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3.7.15

Palabras para parecer más culto








 Estulticia, cultipicaña, clinero, vagido... Aunque no nos suenen familiares, son algunos de los 500 términos que Miguel Sosa recopiló tras haberse tropezado de niño con ínclito y ubérrimo. Lo que se escribe en la prensa.    

“Ínclitas razas ubérrimas”, escribe Rubén Darío al comienzo de su Salutación del optimista. Miguel Sosa era un niño cuando se encontró con este primer verso y solo entendió la palabra razas. La curiosidad lo llevó a buscar en el diccionario el significado de ínclitas y ubérrimas y desde ese momento ya no se separó de él, cuenta Alejandra Elorza, en el diario español El Mundo
Miguel Sosa es el autor de El pequeño libro de las 500 palabras para parecer más culto, “un pequeño paso a favor de la lectura y un gran paso en contra de la estulticia”, en palabras del autor.
Hay 500 palabras ejemplificadas con citas literarias de más de 200 autores y doce premios Nobel, 500 palabras que conocía y que reunió a partir de los vocablos que cada mañana mandaba al grupo de whatsapp de sus amigos.
Su palabra preferida es vagido, el llanto de un bebé, pero también le gusta evanescente, como la condición del ser humano. La que más fea le parece es clinero, persona que vende por la calle pañuelos de papel. El término viene de una marca, Kleenex (clínex), que, como Curitas, devino en sustantivo común y sustituyó prácticamente a apósito.
Aunque pasagonzalo, golpe pequeño dado con la mano y, particularmente, en las narices, admite que tiene su guasa. Cederrón le suena horrible, y no es más que la castellanización de CD-ROM. También hay significados que le parecen inadmisibles, como el de periquear, dicho de una mujer que disfruta ‘de excesiva libertad’. “¿Excesiva libertad? Eso no existe, lo que existe es la privación de libertad”, reivindica.
“Estamos perdiendo la curiosidad. Ahora, cuando digo una palabra poco común, rara vez me preguntan por su significado y cuando lo hacen me dicen: ¡Qué pedante! ¿Tu ignorancia es mi pedantería?”, se pregunta Sosa.
Cervantes en el Quijote empleó casi 23.000 palabras diferentes. Hoy un ciudadano medio utiliza unas 5.000. “Es muy difícil encontrar el término uxoricida en un medio de comunicación y, por desgracia, más de 50 veces al año es noticia. Es un hombre que mata a su mujer. No usar esa palabra nos empobrece. Si reducimos nuestro vocabulario se empobrece nuestro pensamiento y, en consecuencia, somos menos críticos”, cuenta con desazón Sosa. Ahora, se usa femicidio o feminicidio, según recoge el Diccionario de la RAE.
“Hay una drástica y dramática reducción del vocabulario”, continúa el autor de esa obra cultipicaña, que cree que la mejor reserva del español está en Latinoamérica.
Sobre las redes sociales, señala: “Hay faltas de ortografía en Internet con las que te sangran los ojos, pero el lenguaje lo descuida el usuario y no la plataforma”. Y cree que la limitación de espacio en Twitter (140 caracteres) “no potencia la despreocupación por el lenguaje sino la capacidad de síntesis. La economía del lenguaje es una de las bellezas del idioma”.
Y si descuidos se habla, la prensa no deja de sorprender. Algunos de ejemplos de portales de noticias de estas tierras: 

Lifting. 

Distracción.

Esas sí que son diferencias.

Camión carnicero.


Edificios incumplidores.


Un presidente que desataca.

Como un mensaje de texto.

Solo para niños.


Natural.


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Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer. La RAE decidió llamar la atención a las guías de lenguaje no sexista publicadas en los últimos años por diversas instituciones. El País.

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La ortografía se dobla, pero no se rompe. Silvina Friera.

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El uso sexista del lenguaje. Atenea Acevedo.

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El subjuntivo, un enfermo que resiste. Lucila Castro.

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¿Qué es la nectarina? Para la Real Academia Española, esta fruta de verano resulta del injerto del ciruelo y el melocotonero. Para los expertos, es un error, ya que se trata de una variedad del melocotón. Por este motivo, la Universidad Miguel Hernández de Elche solicitó a la Real Academia Española (RAE) que se cambie la definición de la palabra en el diccionario. Fuente: El País.