▪ Si no fuera por los indios de América, muchos vocablos del español no existirían. Las cosas cuyos nombres se desconocen.
3.10.14
Sobre hamacas y canoas, y el olor a tierra mojada
▪ Si no fuera por los indios de América, muchos vocablos del español no existirían. Las cosas cuyos nombres se desconocen.
Las
barbacoas, las butacas y las hamacas son un aporte al español de las tribus
caribe; los tiburones y las canoas, de los taínos, y los huracanes, de los arahuacas.
15. Recazo. La parte
del cuchillo opuesta al filo.
Los
quechuas nos enseñaron todo sobre los pumas, cómo abrigarnos con lana de llama
o qué nombre y material darle a las ruedas de caucho. Los hules son un invento
de los náhuatl, igual que la tiza de los maestros. Y, claro está, no se podría
imaginar el chocolate ni el cacahuete ni
los tomates sin esos mesoamericanos.
Tampoco
podría pensarse en patatas fritas ni en ensaladas de maíz sin los taínos; ni en el tabaco, si no le hubiera puesto ese nombre el pueblo arahuaco.
Lo
cuenta Jaled Abdelrahim, en un artículo publicado en yorokobu.es, donde
describe que iguana (arahuaca), aguacate (náhuatl), cacao (náhuatl), yuca
(taíno) o caníbal (taíno) son vocablos integrados al idioma español y
aceptados por la Real Academia Española (RAE) cuya procedencia, a menudo, pasa
inadvertida. Son americanismos.
Según
las estadísticas de la RAE, existen principalmente cuatro zonas de América que
supusieron la mayor influencia indígena a la lengua española. La de más
antigüedad es la que se conoció como las Antillas españolas de Santo Domingo,
Cuba y Puerto Rico, abarcando también gran parte de Venezuela y norte de
Colombia. Allí fue donde desembarcaron los primeros colonos procedentes de
Andalucía y Canarias (motivo de la similitud de estos acentos con los
latinoamericanos), y también, la razón por las que las palabras canoa y hamaca
fueron las primeras en incorporarse al idioma castellano. Cristóbal Colón llamó
así en el Diario del Primer Viaje a las pequeñas embarcaciones que avistó en el
nuevo continente, un 26 de octubre de 1492. Era como se lo había escuchado
decir a la gente que se comunicaba en taíno y en caribe.
La
segunda zona importante es la que abarca México y América Central, donde
estaban asentadas civilizaciones como la azteca y la maya, y milenarios idiomas
indígenas como el náhuatl azteca, le dieron nombre hispano a cosas como el
chicle o los coyotes.
Colombia,
Ecuador, Perú, Bolivia y el norte de Chile conformarían la tercera influencia
importante. El quechua es la lengua que inventó el cóndor y las chirimoyas.
El
tupí-guaraní conformaba el cuarto territorio de intercambio lingüístico, en el
actual Paraguay y norte de Argentina. Fueron ellos los que nos enseñaron a
decir qué es un tucán o una tapioca.
Del
taíno son también batata, cacique, caimán, caoba, ceiba, colibrí, daiquiri, macana,
maraca, papa, piragua, sabana, enagua. Del tehuelche, gualicho (hechizo o
diablo). Del náhuatl: petaca, malacate, petate, chile, guacamole,
ocelote, papalote y peyote. Del quechua: cancha, carpa, choclo, guacho, palta,
pampa, papa, puna, quena, quincho, yuyo. Del tupí-guaraní: ñandú, ananá,
guaraná, tatú, cajú, yacaré.
Una
lista poco conocida
En
general, no solo se desconoce el origen de una cantidad de vocablos que usamos
cotidianamente, sino también los nombres de algunas cosas, como el del olor a
tierra mojada, que es petricor. He aquí 15 casos de una lista más extensa que
da Jaime Rubio Hancock, en un artículo publicado en El País:
1.
Acerico. Almohada pequeña. Y también la almohadilla que sirve para clavar
alfileres o agujas.
2.
Ampersand. El signo &.
3.
Ápice. Acento o cualquiera de los signos que se colocan sobre las letras, como
el punto de las íes. Eso sí, el acento de la eñe se llama virgulilla.
4.
Carúncula. La cresta de gallos y pavos.
5.
Crencha. Raya del pelo y cada una de las partes en las que la crencha divide el
cabello.
6.
Diastema. Espacio entre los dientes.
7.
Filtrum. Surco subnasal, es decir, la ranura situada debajo de la nariz y
encima de los labios.
8.
Fosfenos. Las manchas luminosas que se ven al frotar los párpados.
9.
Giste. La espuma de la cerveza.
10.
Herrete. Cada una de las puntas de plástico o metal de los cordones.
11.
Jeme. Distancia que hay desde la punta del pulgar a la del índice, separando el
uno del otro todo lo posible. Unidad de medida equivalente a “un cacho así”.
12.
Lemniscata. Curva plana de forma semejante a un 8. Es el término correcto del
símbolo de infinito.
13.
Lúnula. El espacio blanquecino semilunar de la raíz de las uñas.
14.
Petricor. El olor de la lluvia en sitios secos.
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