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17.3.12

Lenguaje y discriminación

Un encendido debate desató un artículo de Ignacio Bosque, suscripto por otros 26 académicos de la Real Academia Española (RAE), titulado Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, en contra de guías de lenguaje no sexista elaboradas por instituciones, entre ellas universidades y sindicatos, que aconsejan rechazar el empleo del masculino genérico o, cuando menos, censurar su uso abusivo, a partir de los hechos de discriminación de la mujer aún existentes en nuestra sociedad.
Los autores de esas guías entienden que, por ejemplo, en la expresión los trabajadores de la empresa no están incluidas las trabajadoras y, por lo tanto, resulta discriminatoria. Pero Bosque considera que esos mecanismos de visibilización de la mujer “conculcan aspectos gramaticales o léxicos firmemente asentados en nuestro sistema lingüístico” y “contravienen no solo normas de la Real Academia Española y la Asociación de Academias, sino también de varias gramáticas normativas, así como de numerosas guías de estilo elaboradas en los últimos años por muy diversos medios de comunicación”.
En su artículo publicado en el diario madrileño El País, Bosque señala que el rechazo a toda expresión del masculino destinada a abarcar los dos sexos es marcadísimo en las nueve guías que analiza; que, salvo en un caso, fueron escritas sin la participación de lingüistas y que se deduce de ellas una conclusión “insostenible”: “suponer que el léxico, la morfología y la sintaxis de nuestra lengua han de hacer explícita sistemáticamente la relación entre género y sexo, de forma que serán automáticamente sexistas las manifestaciones verbales que no sigan tal directriz, ya que no garantizarían ‘la visibilidad de la mujer’”.
Así, las cuestionadas guías proponen escribir toda la ciudadanía en vez de todos los ciudadanos; las personas becarias en lugar de los becarios; y se considera discriminatorio escribir número de parados (desocupados), en lugar de número de personas sin trabajo. Del mismo modo, consideran sexista escribir Los españoles irán a las urnas el próximo domingo, en lugar de La población española irá a las urnas el próximo domingo.
Ante ello, Bosque se pregunta “si es o no sexista usar el adjetivo juntos, masculino plural, en la oración Juan y María viven juntos”, puesto que este adjetivo ‘no visibiliza el femenino’, en este caso el género del sustantivo María. “Tal vez el que la construyó debería haber dicho …viven en compañía para no ser discriminatorio con las mujeres”, sostiene.
La tendencia a marcar explícitamente el femenino cuando se alude a grupos integrados por varones y mujeres se ha extendido en los últimos tiempos por cuestiones de corrección política. Bosque menciona concretamente el caso de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que establece: “Sólo los venezolanos y venezolanas por nacimiento y sin otra nacionalidad podrán ejercer los cargos de Presidente o Presidenta de la República, Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, Presidente o Presidenta y Vicepresidentes o Vicepresidentas de la Asamblea Nacional, magistrados o magistradas del Tribunal Supremo de Justicia…”.

Todos y todas

En la Argentina se crearon en los últimos tiempos organismos públicos que siguen esa tendencia. En la ciudad de Buenos Aires funciona el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, y existe la ley de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes.
La presidenta Cristina Fernández habitualmente inicia sus discursos saludando a “todos y a todas”, tal como lo menciona el diario La Nación en una nota sobre el artículo de Bosque, donde el matutino porteño trata aviesamente la información como si las observaciones de la RAE apuntaran directamente contra el modismo presidencial. En un artículo posterior, El “todos y todas” divide a intelectuales, vuelve a reducir el asunto al modismo de la Presidenta y uno de los “intelectuales” consultados, José Eliaschev, se despachó con que el desdoblamiento “es el perfume de la época que encarna el progresismo y en particular el Gobierno. Golpearse el pecho y hablar de la igualdad, en lugar de proporcionar igualdad. Es solo maquillaje contemporáneo”.
Quienes sí salieron a debatir con cierto conocimiento académico sobre el artículo Sexismo…, más que defender las guías de lenguaje no sexista, cuestionaron con dureza a la RAE, a la que muchos ven como una institución anquilosada y androcéntrica. En La sociedad cambia, la Academia, no, publicado también en El País, Mercedes Bengoechea, lingüista y exdecana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá, cree que la “proliferación de guías de uso no sexista vendría, cuando menos, a demostrar una cosa: que parte de la sociedad ha perdido su fe en la RAE, no la venera como la guardiana de su lengua y de su mente y la ve como una institución anacrónica e ideologizada”.
Para el periodista español Isaías Lafuente, la RAE “ha puesto muy alto el listón de la exigencia, no solo para quienes elaboran guías sobre el uso no sexista del lenguaje, sino para los propios académicos que deberían mostrar el mismo interés en revisar su propio Diccionario”, donde “encontramos fosilizados usos y términos cargados de sexismo” y hay resistencia a incluir, por ejemplo, una acepción que denomine “las nuevas formas de matrimonio homosexual”.

Una lengua patriarcal

La cuestión de fondo, en rigor, parece ser, como dice Bengoechea, que el español se usa y se ha usado durante siglos, entre otras cosas, para “crear y re-crear las relaciones sociales entre los sexos durante el patriarcado. Una sociedad que no concedía derechos a sus mujeres, que ignoraba sus ansias de realización plena y las encaminaba a dos únicos papeles, esa sociedad –digo–, en consonancia cabal, ha convertido en hegemónico un uso de la lengua donde las mujeres están invisibles o estigmatizadas”.
Otra lingüista española, Pilar Careaga Castrillo, en su artículo No es gramática, es ideología, recuerda el mandamiento no desearás la mujer de tu prójimo y se pregunta: “¿Las mujeres pueden desear a la mujer o al marido de la prójima?”. En tanto, Inmaculada de la Fuente, periodista, considera que si bien el español “distingue entre sexo y género, y que desde un punto de vista puramente gramatical no existe problema en utilizar el plural masculino cuando se escribe de hombres y mujeres; como tampoco es un desdoro utilizar modista, futbolista o periodista para denominar indistintamente a hombres y mujeres que ejercen tal dedicación”, es “mucho lo que la RAE tiene que hacer aún para reducir el machismo residual de algunas de las voces del diccionario oficial y para equilibrar la presencia de la mujer en las diferentes entradas”.
Parece obvio que las recomendaciones de las guías de lenguaje no sexista son para aplicarlas en los textos administrativos y jurídicos, y en los discursos oficiales orales y escritos, ya que resulta “natural que la autoridad, el responsable o el gestor que desdobla usuarios y usuarias o ciudadanos y ciudadanas se olvide de su desdoblamiento cuando ya no esté delante de un micrófono o de una cámara. Una vez que abandone la tribuna o el estudio de grabación, dirá que ‘va a cenar con unos amigos’, sin intención de excluir a las mujeres, o que ‘tiene que ir al colegio a recoger a sus hijos’, sin que hayamos de suponer que no tiene hijas”, dice Bosque.
 Está claro que existen aún formas de discriminar a las mujeres y que muchas veces aquellas se consuman a través del lenguaje. Sin duda alguna, esas prácticas deben ser combatidas y ese es el objetivo de las guías de lenguaje no sexista, más allá de que sus recomendaciones sean más o menos aplicables. El problema radica en que, por evitar la supuesta exclusión de las mujeres, se aliente a escribir, como ya se impuso, los niñ@s en vez de los niños, usando el símbolo arroba para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo; o los/as niños/as, o la niñez, usando este último con el mismo valor de la ciudadanía (en vez de los ciudadanos) y otros términos que las guías recomiendan, como alumnado, profesorado y clientela (*).
Quienes trabajamos en la prensa gráfica conocemos bien las dificultades que tiene la mayoría de los redactores para escribir un texto noticioso respetando las normas de la gramática y la ortografía, y por eso mismo cuán permeables son a los influjos de expresiones burocráticas y artificiosas, y cuán fácil resulta incurrir en formas incorrectas. Por ello, es competencia de la RAE decidir sobre los aspectos normativos de la lengua, observar su cumplimiento y opinar –en este caso, quizá con escasísima autoridad respecto de discriminación– sobre unas guías que propenden a un objetivo loable a partir de la corrección política pero no necesariamente de la corrección lingüística.


 * El Diccionario dice que niñez es ‘período de la vida humana, que se extiende desde el nacimiento a la pubertad’ y ‘principio o primer tiempo de cualquier cosa’. No es un colectivo, como sí lo es ciudadanía: ‘conjunto de los ciudadanos de un pueblo o nación’.

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La Universidad de Lomonósov de Moscú publica una nota de este blog. Es el texto publicado en el diario La República y que en Vademécum se titula Boludear.

La Fundéu publica una nota de este blog.
Reproduce el texto publicado en el diario La República y que en Vademécum se titula Boludear.

La RAE bendice el matrimonio homosexual.
El País.

Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer. La RAE decidió llamar la atención a las guías de lenguaje no sexista publicadas en los últimos años por diversas instituciones. El País.

Lecturas

Villanía léxica. Un atento lector sugirió que “retire” de mi vocabulario el término discapacitado y en su lugar use “personas con discapacidad” o “funcionalmente diversas”. Pues no, lo lamento. Javier Marías.

La ortografía se dobla, pero no se rompe. Silvina Friera.

Espaguetis y talibanes. Magí Camps.

¿Pero que le estáis haciendo a mis palabras? Federico Romero.

El uso sexista del lenguaje. Atenea Acevedo.

¿Es la lengua un órgano sexual? Lucila Castro.

El subjuntivo, un enfermo que resiste. Lucila Castro.

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¿Qué es la nectarina? Para la Real Academia Española, esta fruta de verano resulta del injerto del ciruelo y el melocotonero. Para los expertos, es un error, ya que se trata de una variedad del melocotón. Por este motivo, la Universidad Miguel Hernández de Elche solicitó a la Real Academia Española (RAE) que se cambie la definición de la palabra en el diccionario. Fuente: El País.