▪ Las fuentes de advertencia de errores en la prensa impresa y digital.
▪ La Fe de erratas, en desuso.
▪ La figura del defensor del Lector.
-Carmen Arenas se
había propuesto tirar la toalla ante la reiteración de erratas. Pero avisó ante
una, particularmente llamativa. En el suplemento Madrid (…), en el reportaje en
la página 12, “dicen ustedes que ‘su planta basilical... salas laterales con luz genital hace que…’”. En la edición digital el error fue corregido
y aparece “luz cenital”.
-A propósito de la
información de la edición digital titulada “No dejan morir en paz a Natalie
Wood” en la que se explica que un nuevo informe forense revela que la actriz ya
estaba magullada antes de caer del barco, Mercedes Gutiérrez comenta que “mi
duda es si este titular es correcto y no sería más adecuado ‘No dejan descansar
en paz a Natalie Wood’ en la medida que la actriz ya ha fallecido”.
Carmen Arenas y Mercedes Gutiérrez
son lectoras que escribieron al defensor del Lector de El País para señalar errores publicados en la edición impresa y en
la digital del diario madrileño, del mismo modo que lo hacen tantos otros para
expresar sus dudas sobre términos y expresiones.
Un espacio similar tuvo durante
años el diario porteño La Nación,
donde Lucila Castro respondía las consultas y observaciones en Diálogo semanal con los lectores, desde
donde, entre otros desafíos, intentó convencer a muchos por qué es válido decir
la presidenta.
Tomàs Delclós es el defensor del
Lector de El País. Esa figura fue
creada “para garantizar los derechos de los lectores, atender a sus dudas,
quejas y sugerencias sobre los contenidos del periódico, así como para vigilar
que el tratamiento de las informaciones es acorde con las reglas éticas y
profesionales del periodismo. Puede intervenir a instancia de cualquier lector
o por iniciativa propia”, se explica en el blog
(1).
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