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14.4.13

¿Es el alerta o la alerta?



 Una palabra muy usada por el Servicio Meteorológico.
 Alerta es sustantivo, adjetivo, adverbio e interjección. 
 El género según los casos.

Cada vez que se prevén tormentas fuertes, precipitaciones abundantes o nevadas, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) emite lo que se denomina alerta. Ahora bien, ¿es el alerta o la alerta?
El sustantivo alerta es femenino. El Diccionario de la lengua española lo define así: ‘situación de vigilancia o atención’. Pero alerta es también adjetivo (‘atento, vigilante’) y adverbio de modo (‘con vigilancia y atención’).
La palabra procede de la locución interjectiva italiana all’erta, con la que se instaba a los soldados a ponerse en guardia ante un ataque, explica el Diccionario panhispánico de dudas (2005).
En español, alerta es interjección usada ‘para excitar a la vigilancia’. Cuando la interjección se sustantiva, lo hace en masculino: “Por la alta reja [...] entraban [...] los “alertas” de los centinelas” (DzFernández Venus [Esp. 1929]).
Como sustantivo, con los sentidos de ‘aviso o llamada de atención para prevenirse ante un posible riesgo o daño’ y ‘situación de vigilancia o atención, especialmente en prevención de un posible riesgo o daño’, se usa en ambos géneros, con predominio del femenino: “El campo murciano y las tierras aledañas viven una vez más la zozobra de una alerta extrema y el peligro de nuevas inundaciones” (Abc [Esp.] 14.10.86).
De este modo, si bien el alerta meteorológico no es una incorrección, se prefiere la forma la alerta meteorológica.
Conviene aclarar en este punto que si se usa el alerta, el artículo es el definido masculino y no la forma apocopada de la, como ocurre con el ave, el agua, el águila, el hacha. En estos casos, ave, agua, águila y hacha son femeninos, pero, como comienzan por /a /tónica (gráficamente a- o ha-), el artículo la toma obligatoriamente la forma el, que no es el masculino, sino una variante de la.
¿Por qué es así? El DPD señala que el artículo femenino la deriva del demostrativo latino illa, que, en un primer estadio de su evolución, dio ela, forma que, ante consonante, tendía a perder la e inicial: illa > (e)la + consonante > la; por el contrario, ante vocal, incluso ante vocal átona, la forma ela tendía a perder la a final: illa > el(a) + vocal > el; así, de ela agua > el(a) agua > el agua; de ela arena > el(a) arena > el arena o de ela espada > el(a) espada > el espada.
Con el tiempo, esta tendencia solo se mantuvo ante sustantivos que comenzaban por /a/ tónica, y así ha llegado a nuestros días. El uso de la forma el ante nombres femeninos solo se da cuando el artículo precede inmediatamente al sustantivo, y no cuando entre ambos se interpone otro elemento: el agua fría, pero la mejor agua; el hacha del leñador, pero la afilada hacha (ver también

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